
La llamaban “Solitaria”,
porque sola se quedó,
cuando en la guerra maldita,
al hombre que ella quería,
una bala le quitó.
Y, no tuvo más amores,…
que de vivir se olvidó.
Educando a los hijos
de otras mujeres,
pasó la vida…
Añorando los hijos
que antaño deseara
tener con él…
se consumió…
Al llegar la hora del recreo
de sus alumnos,
mientras otras maestras se reunían,
charlando alegremente,
ella , igual que ayer,…y que mañana…
a la calle salía,
la mirada perdida en el aire;
despacio caminaba,
e indolente,…
consumía el tiempo necesario,
a solas…siempre igual,
sumida en sus recuerdos,
presa en su mente.
Nunca la vimos
acompasando el paso ,
a otra persona,
nunca, un destello de luz,
escapó de su boca,
en alegre sonrisa…
Hablaba tranquila,
correcta, educadamente…
como a su condición
de maestra, correspondía,
más no dió muestras nunca ,
de alegría.
Secó su ansia de vivir,
aquella bala,
que al que fue la ilusión
de su vida, se llevara.
Y secándose lentamente,
cual rosal, falto de agua,
a la sombra y en un rincón
frío y oscuro, su vida consumía…
del espejismo de aquel AMOR…
ENAMORADA.
Tardo el paso,
triste el rostro,
la mirada perdida…en el aire…
Y al volver a sus clases de nuevo,
triste el rostro,
tardo el paso…
mirando a los hijos,
de las otras mujeres
que en ella confiaban…
una sonrisa tímida,
en sus ajados labios,
se dibujaba…
María Alcaraz López