Incitación al poeta
Hay que pasar por el mundo
sin máscaras en el rostro,
con el alma de poeta
arrastrando desde el otro.
Aprende a escribir tus versos
con la bravura del toro,
bañados de luto y sangre
ornados de sangre y oro,
aprende a escribir tus versos
con la bravura del toro.
Con las sienes palpitando
y con los párpados rotos
de tanta ausencia de sueño,
de tanto lamento y lloro,
de tanto mirar la vida
desde el cristal de unos ojos
que están ausentes de luz
por darle luz a otros ojos.
La sublevación me arrastra
terriblemente hasta el fondo
de unos mares turbulentos
y unos cielos procelosos,
deambulo sin rumbo fijo
a un norte que desconozco
con el pincel de otra vida
cargado sobre los hombros,
para pintarle a los hombres
un porvenir más honroso.
Por dar sentido a la vida
vivo una vida de abrojos,
voy por caminos de espinas,
senderos donde recojo
espigas que voy mezclando
con el sudor de mis poros,
amasando un pan de letras
para procurar reposo
al peregrino sin meta
que yerra cansado y corvo,
al hambriento vagabundo
que rebusca entre despojos,
a esa anciana pedigüeña
que mira con gesto torvo,
pues de tantas vejaciones
se le fue avivando el odio.
A ese prójimo que apura
su copa hasta lo más hondo,
cáliz de hiel y de ajenjo,
trago a trago, sorbo a sorbo,
como un incógnito cristo,
sufriente, sin gloria y solo.
¿Porqué a veces lo divino
se recrea en lo doloroso?
¿Porqué Dios guarda silencio
y hace sus oídos sordos?.
Él que poblara los cielos
de querubines hermosos,
Él que se cubre de Gloria
en su refulgente trono,
¿No se acuerda de los parias
ni escucha al menesteroso?
Las heridas de mi pecho
me las restaño yo solo,
y solo acallo mis penas
y solo me siento solo,
y en mi soledad inmensa
callo, rezo, río y lloro.
Poeta de fácil pluma
que del hombre sabes poco,
siempre mirando a la luna
como un licántropo loco,
como un romántico iluso
que prosara melindroso,
un poema azucarado,
almibarado y pastoso,
aprende a escribir tus versos
con la bravura del toro.
Que canten los más osados
y callen los recelosos,
aquellos que se acobardan
ante el pie del poderoso,
que den el pecho desnudo
los poetas valerosos,
y sean sus dedos cuchillos
que desgarren poco a poco
las fauces fieras y oscuras
de déspotas caprichosos,
que andan jugando a ser dioses
a su conveniencia y modo.
Que tu voz sea como el trueno
y haga estremecer al Cosmos,
que se eclipsen las estrellas
y que el Universo todo,
tiemble temeroso y calle
calle y tiemble temeroso.
Que cada mano levante
en alto un puño rabioso,
y una multitud de bocas
como un estridente coro,
clamen hasta el infinito,
hasta conmoverlo todo,
que el eco de esta estridencia
sea verbo de espiga y mosto,
voceando por los espacios
y los caminos angostos
corriendo de boca en boca
hasta el rincón más remoto
dónde no existe la risa
ni un leve atisbo de gozo,
tan sólo niños que lloran
con sus vientres como globos,
hinchados de nada y hambre
y con dos muertes por ojos.
Silenciad frases superfluas
y callad versos melosos,
borradlos del diccionario
por fatuos y empalagosos,
que la tibieza se paga
y la pagaremos todos,
pues la conciencia del mundo
pesará sobre nosotros.
Aprende a escribir tus versos
con la bravura del toro.
Fortu Bitán