
COMO UN RATON EN UN PLATO
Uno y uno son dos,
dos y dos son cuatro;
redondo el plato,
redondo el melón.
La luna se pone,
se quita el sol;
yo me amparo
en mi rededor.
El ratón corre del gato,
el gato no es roedor,
la medusa come plactom.
¿Que como yo?
A la una, a las dos,
la brujita viejita
se va de función.
¿Que quiere la bruja,
que pide el gorrión?
La niña no quiere
acabar la canción.
Perico Palote
se fue a la legión,
mi pobre Perico,
se fue, no volvió.
Yo busco, no hallo,
quizás se perdió;
tal vez en el juicio
sin juicio quedó.
Quién sabe, quien halla,
quién dice, quién vio;
si yo no vi nada
usted, menos vio.
No añada mas nada,
no diga, es peor;
no quiera que crea
que, el juicio perdió.
Si pierdo yo el poco
que guardo y abrazo,
en este susurro
de ecos y cazos,
las fuentes de Herodes
saldrán en pedazo.
No digo pamplinas,
no digo tormentos,
yo canto las letras
de todos los cuentos.
Las digo esta noche,
me salen de dentro,
las dicta mi mano
tal cual que mementos.
Y así como salen
se van escribiendo,
se van marchitando;
se va componiendo
la crisis de dentro.
Todo se marchita,
todo se derrite
y se contamina,
y se precipita
hacia una cueva
negra, infinita.
Pero se nos olvida
que hacia allá nos vamos,
y no recordamos
que cuando vayamos
nada nos llevamos.
Nada se nos deja,
ni se necesita,
ni siquiera importa
la luz infinita
que, en el día a día,
cada amanecida
se nos resucita.
Todo es inocuo,
es innecesario;
solo llevaremos
colgado un rosario,
y una crucecita,
y la cruz a cuesta,
y el agua bendita
de nuestro sagrario.
Por eso no entiendo
tanto temerario,
tanto oportunista,
tanto formulario,
y la disciplina
sin los intervalos.
Carpino (Carmen del Pino)