LA AZALEA
Su tierno tronco,
de verdes hojas,
pudorosamente revestido;
cual si sintiera,
vergüenza en su candor,
de que alguien reparara
en el grisáceo color,
que su desnudo tiene,…
una joven azalea
hallé en mi camino.
Tal gracia me causó
ver, que sus hojas,
tal como un faldellín,
la revestían,
salpicando de verde
el camino que sube
por ella, de la tierra,
si alzando vas la vista,
hasta el cielo,…
que no he podido
resistir la tentación
de que lo sepas tú,
y, apresuradamente, aquí,
te lo estoy diciendo.
María Alcaraz López