El CORAZÓN SOSIEGA SUS LATIDOS
y descansan nuestros anhelos
tras un fragor de vida que se escapa,
como esta primavera de flores encendidas.
Un canto deja notas suspendidas
a la orilla de un mar que alarga sus brazos,
buscando los colores de un sol que se abrasa,
entre bronces recortados al poniente.
Un poema, como una flor tardía,
deja su esencia
en un espacio nacido para la belleza
y la tarde de paso a una noche que,
tras sus últimos suspiros,
se va quedando completamente a solas;
la esperan los silencios vivos de las sombras,
las soledades todas,
los instantes en los que nacen los sueños
y los cansancios disipan sus excesos.
La esperan las quillas de las barcas
para besar la sinuosa ondulación
del agua que las mece.
En el cielo brillan multitud de estrellas
que se miran en la mar
tras las murallas de una ciudad de leyenda,
y la luna pasa con su sonrisa llena
cuando Melilla la mira.
El corazón sosiega al fin nuestros latidos
y el alba se llega sigilosa
por sus pies de aire.
Paco Casaña 18/06/2010