DEL ADIOS
No me quieres dejar, ni yo tampoco.
Será nuestro final dura agonía
que yo iré masticando día a día
y tu irás acercando poco a poco.
Tres veces sonará: tres latigazos
de vapor serán punto de partida.
Me iré llorando en ti: seca mi vida
y rota, por tu amor, en mil pedazos.
Recordaré, Melilla, que me hiciste
profeta y pescador sin merecerlo
y sobre mí arrojaste tu pecado.
El cáliz de dolor que me ofreciste,
quise, Melilla, por tu amor, beberlo,
para morir, por ti, crucificado.
Amalio Jiménez