LA MAR SOLLOZA ANTE UN ECO SOMBRÍO
Eco apenas sonoro de olvido y soledad.
Sobre lomos se niega a seguir siendo un crío.
Duerme luciérnaga que esta verdad
no tiene amigos, ni cruz, ni faz;
son cuentos que salen de la eternidad
que vienen rodando amanecidas de bruma
que no tienen alas pero vuelan texturas.
Desnuda el alma de rejas profunda
el azul del inmenso infinito, a tus manos,
en forma de gaviota, va en busca.
Duerme, ya tienes en tus manos
el azul de la noche tuya.
Duerme hermano, no es verdad
que tus cuentos sean tristes
que la gaviota busque tu meta;
tan solo presiento y prejuzgo
que, en aire de encajes de forja,
mansos tropiezan.
Apenas se escuchan las voces de pájaros
por el aire, respirando dispersa.
Ni una canción triste, remontando;
ni música distinta derrumbada e inquieta.
Solo habla el rincón de tu mundo a cuesta,
desde fuera te mira, desde dentro te sueña
y navega en tu brisa de arbolada secreta,
aventaja a un estado de terca piedra.
Sacramental poniente celebran las fechas,
junto a la lluvia de risas, llantos y recetas;
mil bebidas de soles, plagaditas de huellas,
cien granas de luna junto a la cabellera,
junto al leve ornato de nuestra árida tierra.
La sal del olvido como rayo que yerra,
acaricia el repaso de la infame lebrela,
en el margen de un cuento que era
hojas y malezas poblando primaveras.
Carpino (Carmen del Pino)