QUIETO
Ha naufragado una patera...
una niña yace en la orilla
de la playa, vomitada
por las olas, adormecida,
en silencio.
Al ver su pequeño cuerpo,
un marinero grita
con voz recia al mar:
quieto, estate quieto,
baña si quieres sus pequeños
pies, pero no la muevas,
respeta su sueño.
Una dulzura inmensa ha
embargado a aquel hombre
recio.
Con respeto coge el cuerpo
de la niña, y lo deposita
cuidadosamente en su barca,
mientras dulcemente
le deposita en las mejillas
un beso.
¡Qué grande es tu corazón
marinero!
Pilar Baixeras