DESESPERANZA
Quisieron bajar los ángeles hasta la orilla,
para atisbar las efímeras luces
que abandonaban las cercanas colinas.
Entre murmullos, el aire habla de voces
que dejan suspenso el llanto, sin calma.
Cerraron mis ojos ciegos,
abiertos a la barbarie
teñida en colores rojos;
salpicaron mi campo solitario
de pérfidos brotes grises y negros;
volaron, sobre los espacios ocultos,
leves céfiros de reflejos opacos;
cosieron, con hebras desajustadas,
los quejidos de gargantas y enojos,
ahogando palabras vacías de esperanza.
Crujieron las ramas de los árboles,
heridas por los gritos cautivos
de los pájaros sin alma.
Estalló el rumor del río,
bramando entre oscuras mareas,
tintado por los helechos
que lloraban sobre el agua.
Sacudió el temblor de sus tonos
quejumbrosos, de campana,
arañando los silencios
de las máscaras sin cara.
Entre los cielos, una raya,
de azul violeta manchada
con trozos blanco celeste,
tachaba, en el horizonte,
los futuros de la nada.