MILI
Los ardientes témpanos de la noche
tejieron junto al galope de tu sonrisa
una marea de yunques
en el cáliz de tu melancolía.
Entre los turbiones de lienzos rasgados
escuchas,
un vuelo de nieve,
prisionera.
No, no llores mi amor.
En los lagos de tu pesadilla
danzan balaustradas de navajas y cerraduras
golpeándote
con gritos y campanadas
en el invierno de tu frente;
y te dejas caer…
Las hojas,
adornadas con tu sangre,
atenazan con fuerza
los botones primaverales
que cubren el ocaso de tus vientres.
El barbecho
se enjaeza y nutre con tus lágrimas…
No, no llores mi amor.
Mili,
el ave albina
al fuego de tus recuerdos
unirá el lazo de nuestras voces
en su alfaguara de luz.
Así,
vestida del clamor de tus tormentos,
recogerá una rosa
en el llanto de los caídos,
y posándola en tu boca
te dirá:
No, no llores mi amor.