EL DESENGAÑO
Ahora,
en el momento de mi decisión suprema,
hago el recuento de mis horas:
Cuando te vi la vez primera
Ibas, con gracia traidora,
repartiendo sonrisas
Y esparciendo tu aroma.
Como perro callejero te seguí,
Mendigándote una limosna.
Mas ni reparaste en mí;
para ti sólo fui una sombra.
Yo, en cambio, te atesoré
en mi pecho y en mi mente
pues en ti quedé prendido
con alma de adolescente.
Y te soñé como un ángel,
como gacela con alas de paloma
y , enamorado, levanté altares
donde adorar a mi diosa.
Cuando te ví la vez segunda,
tú con un hombre estabas
y, con arrogancia furtiva,
le permitías que te besara.
Celoso, lo maldije mil veces
Y hasta ganas de matarle tuve
Pues no podía soportar
No ser yo aquel hombre.
Mas… ¿con qué derecho,
Si lo mío era sólo quimera,
Podía exigirte yo nada,
ni prohibirte lo que quisieras?
Mujer libre y sin ataduras,
Podías libremente escoger
Como hombre de tus sueños
a quien tu capricho eligiera.
Por fuerza el rencor guardé
Y me rehíce de aquel enfado,
Mas te caíste del pedestal
Donde mi amor te había elevado.
Cuando te vi la vez tercera
Mi corazón se llenó de gozo:
De tus ojos, miradas dulces
De tu boca, sonrisas tiernas.
Y soñé sueños nuevos
de ojos verdes y labios rojos,
y hasta palpitantes pechos,
unidos en amores gozosos.
Con devoción, con ternura,
Exaltado, me atreví a hablarte,
como se habla a una reina,
a la ninfa del amor o del arte.
Reina del amor -te dije-,
Yo de amor por ti muero.
¿Qué ofrenda debería hacerte
Si me concedieras un beso?
“Un beso poca cosa es-dijeste-,
Si lo pides con tanto ingenio.
De antemano concedido lo tienes,
Ven y recoge tu premio”.
¡ Oh, qué ósculo tan dulce!,
Fallecer me sentí primero,
Mas, transportado en carros de fuego,
Creí que alcanzaba el cielo.
Excelsa diosa del amor
la luna yo te alcanzaría
Si con ello permitieras
Que se unan nuestros cuerpos.
“No es necesario –respondiste-
Si disfrutar mi cuerpo deseas
Con cien euros te bastará,
¡Como con todo quisque!”.
***
Antes de despedirme,
mi buen y cándido amigo
un consejo quisiera darte:
“En la guerra y en el amor
nada es lo que parece;
de nada ni nadie te fíes.
te irá mucho mejor”.
***
El poeta en la tumba fría,
las cuartillas que garabateó leo,
En el mismo lugar del suceso;
las puertas de la mancebía.
Emilio Sánchez