GULA
He aquí un hombre-garganta
que por comer ya ni charla,
el ruido de su gran glotis
a todos nos acobarda
remasticando aquel bolo
alimenticio en su cara.
Él no discute, deglute,
y no trabajaba a no ser
a costa de su garganta.
Este glotón insaciable
y de gutural mirada
vive para engullir
incluso hasta haciendo gárgaras.
Ya no es glotonería
su descomunal batalla,
es ingeniería glotal,
pericia agroalimentaria.
Laura Aguirre