EL POEMA DE LAS PIEDRAS HÚMEDAS
Ni aun cuando el sol reseque sus entrañas
o el viento de poniente las requeme;
ni cuado en el más tórrido verano
el ferragosto funda los basaltos.
Por eso y mucho más los adoquines
llorarán tu partida sin consuelo
y de esas humedades saldrán versos
jugosos como el pasto en las praderas.
Las piedras que cantaste, hoy te cantan;
los niños que educaste, te veneran
y el mar a donde miras te refresca.
Lejos de aquí, mas a la vez tan cerca
que desde aquesta orilla se divisan
laureles en tu noble calavera.
Amalio Jiménez Segura