I
Y de improviso,
la niebla
se interpuso
entre mi cuerpo
y mi mente.
II
Fantasma
me sentí
dentro de
una cáscara
de carne.
III
Si no veo mis ojos
no tengo ojos,
si no veo mis manos
ya no son mías.
Un pensamiento
errante,
un ente
intangible
me supe.
IV
La niebla penetró
en mi mente
como un espectro.
Todo lo que tocaban
sus dedos invisibles
ya no era yo.
V
Me refugié
en mis ideas,
en mis creencias,
desnudo ya de recuerdos,
de identidad.
Las raíces
de mi persona
buscaban sin lograrlo
tierra firme.
VI
Sin memoria
eres un precipicio,
un vórtice,
una entelequia.
VII
Cuando se disipó
la niebla,
yo era un emigrante
en mi casa,
un apatriada
que no reconoce
su nombre,
un extranjero
que sólo
en el viaje
se acomoda
a ninguna parte.
VIII
La niebla
borró el cordón
umbilical
con mi materia,
con mis cimientos.
IX
Cuando quise
enfundarme de nuevo
el traje de
mi carne y de mis huesos
ya esa no era mi talla.
Se había quedado pequeño
el envoltorio.
X
Ahora, cuando
quiero besar
beso
sin labios.
Juan Emilio Ríos