La pintura


                      I

No se nos escapan los versos
en el lenguaje de los pinceles.
La fidelidad está en el temperamento,
la expresividad en la luz,
el sosiego en las sombras.
Versos curtidos de óleos,
pinceladas llenas de palabras,
cubren los lienzos de la imaginación
                                                    del pintor.
¿Por qué ahora busca seducirme la pintura?
Porque es expresividad.
Le canta desde al amor, a los sueños…
Arrebata el pensamiento,
discurre por la yesca de una actividad
de fuego enardecido.
Dicen, el interiorismo es complicado y confuso.
¡Qué huella, deja cada luz
cuando arrastra expresividad!
¡Qué huella, deja cada pincelada
cuando acarrea una palabra!.

Pinceladas o palabras,
versos o pintura.
Sólo se, que si pinto o escribo, soy


                        II

La pintura ha de manifestarse
desnuda antes que prieta,
azulada ante la tierna mirada infantil,
indolente con la expresión del indocto,
severa con la crítica del ilustrado.
Bien pudiera ser,
el ocaso en la montaña,
o el cubismo de una sombra blanqueada.
El amarre de un pesquero al puerto,
o el impresionismo de la estela del barco.
La ciudad esfumada en el arco de entrada,
o el surrealismo de una multitud sin valores.
El arte se revela en la imaginación
que impregna el lienzo.
Aunque no se entienda su significado,
es arte.
Es la delgada obsesión de ansiedad
que se ajusta a la mano del pintor,
que pincelada tras pincelada acosa,
los latidos invisibles de su expresión.
Del énfasis de sus cuadros emana su nombre.
En el hielo de las subastas emerge la figura.
De la vanagloria del pujante su precio.


                        III

La pintura me da tanta dulzura
audacia, sencillez,
que me calcé la vista
para ver su alma
y presencié
un desconocimiento
de lo inacabado.
Me mostró que el valor del arte
está en el mismo corazón.
Me enseñó la capacidad
de conectar con la obra,
siendo afín a la comprensión
sobre el autor.
En un momento…,
empapado de frío,
sudor y lágrimas,
en el éxtasis de la admiración,
me restó la fama del autor
y el precio, cuando están lejanos
de los valores del arte.
Y mientras oteaba en mí
curvas de escenas en espiral,
me reveló la semblanza
y percepción de la pintura,
en mí mismo, como la obra
que quisiera realizar.
Observé que los cromáticos cuadros
cruzan la determinación
de la vida vivida del autor.
Nos han enseñado la historia,
la vestimenta, las derrotas,
donde recién han pasado
a mostrarnos la liberación
del pensamiento y la expresión.
De un jardín en flor,
la alegría, la fantasía.

Miguel Ángel Matamala