de
frente…
te
habías liberado de una gran
carga,
y ágil al fin volvías
a
contemplar al mundo
con
esperanza.
No
te importó reconocer
tu
caída…te levantaste
de
ella con ánimo de emprender
una
nueva vida;
volverías
a ser fiel, a mirar
a
la gente a la cara;
y
allá en lo más profundo
de
tu ser, sentiste,
que
tu gran amigo te esperaba…
no
te había dejado nunca;
ahora
tú le abrías la puerta,
y
una amistad fuerte se reanudaba.
¡Feliz
culpa, que te trajo
esa
paz tan deseada!
Al
encontrarnos, con la amistad
que
nos unía , me dijiste:
ya
vuelvo a mirarte a los ojos…
no
tengo que ocultar nada.
¡Bendito
encuentro!
Soy
feliz de verte ser otra vez
tu
mismo, sigue tu camino…
tu
gran amigo te acompaña.
Pilar Baixeras