Mi cariño fuerte y macizo,
perenne, e implacable,
se ha estacionado.
Mi amor incondicional,
crecido, trascendente,
casi iluminado,
se ha establecido,
se ha instalado.
Él es más fuerte que yo,
es roble que ha enraizado,
en mi corazón,
y por decreto, se ha afincado.
¿Sabes?
Ya no enturbia su paz la tormenta
ni ensombrece la nube su ardor,
no perturba su ánimo el llanto
ni acorta su ritmo el dolor.
Este amor que sabes que siento
un día amaneció para quedarse
y crecer en nuestros cuerpos,
y por decreto ley, arraigarse.
Y ¿sabes?
Se ha erigido en el dueño de todo,
de mis sueños, mi mente y mi vida,
al tiempo que me suelta libre
y da sentido a mi biografía.
Te quiero, ¿sabes?
te quiero sin faltas de ortografía,
sin pérdidas, goteos ni fisuras,
porque Amor así lo ha mandado,
lo ha querido y debo aceptarlo
¿debo? Sí,
es deber divino, placentero, ilimitado,
poderoso, severo y autoritario.
Jamás me he sentido más libre,
lo mejor que me ha pasado.
Laura Aguirre, marzo de
2005