y me encuentro con todos.
El cielo compartido, el
aire que respiro.
La muchedumbre.
El ruido.
El Sol para todos.
La noche sin vacío.
Tu rostro, el mío.
Mi luz que busco
sigilosamente
para abrazarme, llenarme
de ella.
Mi estrella, Sara, que me
ilumina.
Sigo el camino y su
resplandor
me invade.
Intuyo que su energía me
recuerda
que no estoy sola.
Ella es mi vida.
Mi todo.
A mi hija Sara en sus doce otoños.
Horía Abselam