Se apaga la noche en invierno
de su
nieve desnuda,
las
plazas se perfuman
con un
embriagado aroma a azahar,
la
noche acorta sus horas
y
cerrados lo ojos, conciliamos
un
sueño reparador, sugestivo.
Es más
alegre la luz,
y la
sombra,
un
nicho de espacios atrevidos,
dónde
se acumula la dulzura
de los
tristes días de invierno.
Sobre
los amantes ilusionados
se ven
brillar las estrellas,
dejándoles
caer el polen
de la
fertilidad desprendida de sus días.
En la
claridad, el alba,
entona
dulce y serena, un alivio de sombra,
para
no nublar el aspecto jubiloso
de las
sendas que ocultan nuestro amores,
hasta
hacer que lejos de los ruidos,
sepulte,
el silencio de tus noches
la
hojarasca perdida de nuestros odios.
Miguel Ángel Matamala
Abril 2012