Poema de Nieves Buscató
En un atardecer
me instalé entre las nubes del recuerdo
removiendo ensueños y tristezas,
sentada ante el mar,
dejando que las olas
lamieran mis pies desnudos
ansiosos del frescor de su espuma,
y mis lágrimas salaron sus aguas.
Con el deseo de huir
de huir y desandar lo andado,
desvivir lo vivido,
acallar lo hablado,
pero ya no es posible.
La vida sólo tiene una dirección
y no se puede regresar a lo pasado.
Todo se acabó.
El telón cayó y me quedé sola,
sola en mi escenario,
sin aplausos, sin risas, sin consuelo.
En un atardecer
me senté ante mi ventana,
llena de sueños perdidos.
La casa está triste,
triste y callada.
Ya no se oye el eco de tus pisadas.
Los latidos de mi corazón,
eternos compañeros,
me parecían extraños.
Estaba sola,
tan sola
que sólo me acompañaba
el atardecer y tu recuerdo.
Algeciras, 2 de febrero de 2004