Poema de Juan A. Pellicer
sentir
y abrazar lo que nunca llega,
sangrando
por las heridas
que no
son hijas del trabajo de la tierra
sino
de aguantar las cadenas
que
arrastran tanta indiferencia.
Manos
que llaman en mitad de la noche
abriendo
jirones en los oscuros pasados
de los
perversos que no están muertos,
… que sólo
duermen;
dejando
al aire la mezquindad de los necios,
exigiendo
justicia y clamando por la dignidad
que
entre risas –cómplices de la villanía-
robaron
a todos nuestros padres, que no duermen,
… que
están muertos.
Son
las manos que llevan prendida la vida,
las
que saben mimar una pena
y
acarician temblando tu cara
entendiendo
los silencios y miradas;
son
las manos del hombre que hizo el mundo,
las de
aquél que lo dio todo por nada,
son
las manos que esperas callado,
aquellas
que nacieron cerradas
y
abiertas, desde esta ventana de justicia,
… te llaman.