Poema de Manuel La Parra Ripio
que enriquecen
o afincan endémicos,
inciden
en nuestra vida cuan eólicos
sus activas
brisas y ventoleras fuertes.
Tempestuosas
relaciones elocuentes
son instantes
para hacernos impúdicos,
o por
el contrario recatados místicos
recogidos
de las morales más sufrientes.
Discordes
o entonados por los deseos
los
engaños nos hacen ser más constreñidos,
entre empalizados
cartones de fueros.
Tiritando
con sudores en apogeos
constituidos
derechos los hipotecados,
hacen
tabla rasa, progresos por enteros.
Ingrávidos…
El
pensamiento ha quedado ingrávido
volátil
va en cerebro descohesionado,
ensimismado
y con mirada de tarado
mental,
me he quedado tristemente ido.
Impotente,
pienso sin afincar sentido
que me
haga saber porque soy azotado,
desvarío,
algo tengo cuan ser lastrado
en
mente abatida, la razón ha huido.
Porqué,
inquiero, no soy tan envejecido
ni
denostado en el tiempo transcurrido,
el acreedor…,
nada se habría perdido.
Pues pasado
y rígido estilo vivido
Nos
han hecho gendarme y reo conducido,
custodios
de cuerpo con “corazón partido”.
Contactos…
Suave
roce de terciopelo
sentí
en mi pantorrilla,
sensación
que apostilla
sentir
su erizado pelo.
Solamente
de pensarlo
simbiosis
me dio ella,
si por
despiste no maúlla
siempre
quedará el saberlo.
Y
quedarás sobrecogido
del
amor que da el hambre,
más aún
si ves su semblante.
Y
quedarás traumatizado
de ver
existe tal costumbre,
por
penuria de soporte.
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Supónganse
si el lloro
es de
seres sin trabajo…
¿será
el contenedor refugio?
O ¿el
suicidio?...