Arantzazu Mora Bellido |
Microrrelato de Arantzazu Mora Bellido, miembro de la Unión Nacional de Escritores de España
Durante unos segundos me evaporé. Me
esparcí por el aire y me arrastré por el suelo mientras el mundo caminaba.
Caminaban sobre mí. Me contuve durante otros instantes y me adentré en los
pulmones de aquellos que no desean respirar más. Me abrí paso por sus
venas y me arraigué en las espinas clavadas, de cada uno, en
su piel. Sentí el sufrimiento, el acongojo, las cascadas interiores que
luchaban por salir... Me aproximé a sus pestañas y golpeé, sin querer,
sus almas tan llenas de melancolía... Y en sus susurros, en la oscuridad de la
noche, me embarqué como el que viaja sin vela por el eterno océano.
Las
sonrisas se apagaron, se apagó el dolor, se llevaron su amor a cuestas, como un
peso infinito que nadie quiso escoger. Y yo volví, arrastrándome por ese suelo,
cada día sin luz, cada noche cerrada...
A veces, me
dejo elevar y los visito, por ese terreno por donde ahora navegan, y les regalo
los sentimientos que se dejaron mientras vagaban por las calles de esta caótica
Tierra. Y ellos me regalan fragmentos de ilusiones que olvidaron en los
conciertos mudos de sus órganos muertos. Ahora no tienen más gobierno que el de
su corazón, y recogen los lamentos lanzados al viento por otras almas sin
dueño, cambiando las órdenes del destino. Son, ahora, libres para hacer libres
a quienes no pueden serlo, si son capaces de escuchar el sonido del viento.