Poema de Marcelino Menéndez González
con la punta
de los dedos,
uso la
memoria forjada en el tiempo
creando el
arte de la evocación,
y cruzo el
umbral de un laberinto
de puertas
ignoradas, donde siempre
existe un
lugar para el disfrute
de la máxima
esencia.
Surge entonces
una pausa
para reemprender
el propósito,
aunque no me
quejo, ni defiendo,
ni hallo, ni
busco, para saber
valorar la
distinta dimensión de las cosas.
A veces la
sola actitud de intentarlo,
me depara una
grata sensación de acordes
y múltiples
experiencias, como una
plataforma que
no está quieta, moldeándose
a cada
instante, pero, como si a la vez fuera,
una rama de
jazmín que florece,
y da su aroma
al tiempo y a la vida.