Poema de Ramón Álvarez
Una inesperada catarsis
me liberó una madrugada
de mis oníricas tristezas.
¡Mi alma escapó de mi cuerpo!
En apasionante viaje astral
viajé rumbo a Melilla,
sin siquiera sentir el miedo.
Sólo un extraño frío
entre soportables vientos.
De repente me encontré en una orilla.
Más tarde, supe que pertenecía
a una evocable playa:
la playa de San Lorenzo.
No divisé la oscuridad nocturna.
Una relevante luz
me invitó a descubrir una ciudad,
para mí hasta entonces desconocida,
a pesar de los siglos
que marcaban su existencia.
Durante toda mi estancia
la luz me orientó.
Gentilmente me acompañó
hasta ignotos lugares.
Me mostró la Ciudadela:
una histórica Fortaleza
que sirvió de inspiración
a numerosos poetas.
Sin imaginarlo, me encontraba
en una lucida ciudad,
dotada de magia
y sugerente belleza...
Cada tramo recorrido
era parte de la aventura,
que cualquier aventurero
hubiera anhelado.
Cada paraje era digno
de ser alabado
con sinceras adulaciones
y una sonrisa en los labios.
Cuando la luz me acercó
a cada exclusivo recodo...
creí estar soñando.
¡Pero no se trataba de un sueño!
Aquel viaje astral, me enseñó que en el universo
existen ciudades señoriales,
hospitalarias y desprendidas.
¡Melilla es el ejemplo!
Una ciudad recomendable.
Bajo ningún concepto,anodina.
¡Aquel viaje astral, siempre lo recuerdo!
Rincón de la Victoria (Málaga)
26-5-2008