Poema de Miguel Ángel Matamala
por la crecida Andalucía,
dueña de sueños, andaluz;
y en silencio, rebeldía.
Sus muros mi amor cobija,
donde fuerza mi aposento
y siempre como una hija
requiebra mi pensamiento.
Bajo su melancolía
el campo consagra olores
agrupados en familia
al canto de ruiseñores.
En la siembra, sol y
calor,
ya por segar está el
trigo,
quiera el enjuto
agricultor
tratarla como su amigo.
Solo en los días azules
sol marino en la mirada
con esencias otoñales
tras siglos espolonada.
El canto en sierra morena
fluye como de un torrente
mientras obra muy serena
la bética más ocurrente.
Tu blanca luz franca y recia,
toda fulgor en llanura
al Guadalquivir vacía
bajo tu propia aventura.
Abraza el sol esta tierra,
dichosos son donde brilla,
pues hay quien aún se
aferra
a ponerle zancadilla.