Poema de Maria del Carmen Gago Florenti
Rasgó el silencio de la tarde
la llamada del muecín en
la almena,
y un murmullo de palomas
entrecortando la distancia
azul
mudaba el claroscuro del
día.
Jerusalén renace en el
huerto de los olivos,
entre susurros acallados
por el acero de Roma,
y el canto endémico de la
sinagogas
desveladas en la Torá del silencio.
Los zocos mercan la vida
entre sahumerios
expandidos al viento,
y rechinan los goznes
sefardíes
desde el túnel sin fin de
la añoranza,
con voces que cantan al
olvido.
Aún hay luto por Granada
en los negros cordones del
igaal,
que ciñen las sienes
surcadas
por la memoria perdida
en bazares anochecidos de
estrellas.
Todo se mezcla en el
vaivén del tiempo,
mientras se evaporan las
nubes del ayer
y el hilo de Ariadna se
hace infinito
en los anales de la Historia.
Publicado en la Antología "Poemas por la Interculturalidad", de la Unión Nacional de Escritores de España