Poema de Miguel Ángel Matamala
el alarido se pierde en el
más hondo pesar ,
cuando la tormenta agrieta
el reposado cielo.
Luces de prolífico
destello
quedan grabados en la
retina
de los hijos de la noche,
cuando el frío, el agua y
el tronar
quebrantan su intrépido
vivir.
El miedo y la
desesperación sobrellevan
la amargura de
los taciturnos y osados
de las pateras.
Con rigor aducían ritos de
sus paisajes hogareños.
Hombres, mujeres,
niños acumulaban frases,
nombres, adjetivos
identificables y
extremas inquietudes a un
paisaje desconocido.
¿Qué pretendemos ahora,
escudriñar su pobreza?
encogerse de hombros
cuando el cielo anuncia
desde el alba rubias
y claras coberturas .
Deambulemos por el margen
del réquiem de nuestro
dogma,
buscando en lo más hondo
de nuestra voracidad ,
hilos de amor,
que cegados condicionamos.