Carmen Aguirre |
Colaboración de la poeta y escritora malagueña, miembro en esa provincia de la UNEE
Cuando me quedo a solas en medio
de la noche, en este instante en el que tu presencia no es tangible y me
arropan las sombras, me dispongo a escribirte, a desnudar mi alma aunque me
duela.
Déjame que te cuente: Siempre fui
demasiado retraída y soñadora. Me imaginaba que era la estrella de la película,
así podía representar el papel que mejor se adaptase a mi estado de ánimo. A
veces, me veía como Madame Bobary; otras, era Cleopatra… e incluso fui la
Cenicienta, a la espera del Príncipe Azul.
Cayó el telón. Se encendieron las
luces. Volví a la realidad… a una realidad que no me gustaba. Guardé las
amarguras en la trastienda y me fabriqué una coraza que no dejara traspasar los
sentimientos, que ahogara la ternura y no diera cabida a ninguna ilusión. Pero
llegaste tú, en ese otoño de hace apenas un tiempo. Tú me aguardabas en cada
recodo de la vida; y yo volvía, gradualmente, a encontrarle sentido a mi
existencia. No podrás saber nunca, por mucho que te cuente, lo que fue
conocerte cuando todo se hundía. El resto ya lo sabes…. Estás conmigo, sobre
todo a estas horas. Mi corazón recostado en el tuyo, pues allí está mi lecho.
No importan las distancias. ¡Sólo sé que te quiero!