Poema de María
Auxiliadora Fonellosa
por un absurdo, al contemplar
al hombre, una voz en mi destino
al cielo me llamo en un sueño.
Tarde de otoño entre rosas rojas,
de tanto amarte me quedé
dormida, ya nunca he de olvidarte,
fueron las que tú me diste.
En el camino que ambas compartimos
una luz nació entre algodones y ya
hoy
en ángel convertida amaré tu alma.
Yasmín, me bautizaste como una
princesa.
De los desiertos lejanos llegada,
un regalo
curioso y travieso, cada rincón
era escondite.
Tú piel sabía a miel y tu casa a
hogar.
Gracias por cuidarme, por amarme
hasta el final.
Con todo cariño y el
más profundo amor a Yasmín.