Poema de Celia Cortés
y oiga sólo su rumor de
gotas,
cuando mis ojos sean, más
que nunca, lagos
y mi boca busque su caudal
fresco,
no habrá nada fuera que
impida sentir el fuego,
la sangre caliente
corriendo y yo, dentro,
extasiada en el recreo de
sentir
que no hay nada que turbe
ese momento,
de verme perdida y alejada
de todos,
mirar un espacio limitado
y eterno,
de paz, de sosiego y saber
que es mi alma tranquila,
mi pensamiento.