Poema de Juan A. Pellicer
arrastrado de
los reflejos jaspeados
en el lienzo
imposible que conforta mis sentidos;
de ese mar
silente que marcha y regresa
como los
recuerdos
que van
lamiendo los días y las noches
inventando
otra vida, irreal y mágica,
donde todo es
posible,
donde la vida
nunca se acaba, y la muerte…
… ya murió.
De tu cuerpo
imaginado
los colores
son tus venas y olas tus sonrisas;
de tu cuerpo
moldeado por los sueños,
por los
cantos marineros y los llantos verdaderos,
por los
silencios que fueron dejando
los anhelos,
ecos de tantos te quiero.
Sigo
improvisando amores
con sabor a
sal –todos los días-;
amores de
sirenas jugando con nereidas
que se
pierden en los murmullos
del viento
calmado al llegar la noche
que se sabe
bella…
…
estrellada.
De tu mano
invisible me dejo llevar
sintiendo la
caricia y la respuesta;
la verdad
certera de una vida
en la quietud
de un instante;
la belleza
prendida en la estela
que dejó el
beso aquella tarde
vestida de
despedida..