Poema de Eulogio Gavela
bien
creo que confundiste el camino;
marcaste
con castigos el destino
de siempre
como siempre, para nada.
Clavaste
aquella daga envenenada,
de un
filo penetrante y tan ladino
como
marca dejada en fino lino
sobre
tela de trazo bien bordada.
Sonidos
de torrente traicionero,
corrientes
que me arrastran a otra vida,
lejana
y distante, tan bien perdida,
ocaso distante
de aquel un lucero;
lágrimas
vivas sin tener pañuelo
que
sin remisión se van hacia el suelo.