Poema de Lola Caballero
que aquellos paseos
nos han hecho
pasajeros,
y nuestras manos
sienten,
el dudoso pulso
del invierno.
Hemos regresado de la
calle vieja
Pasando silenciosa
demasiado irregular,
con una soledad
colgada sobre el
hombro.
Fue hermoso percibir
el aire indiferente
y acudir a la cita
con la lluvia,
besar el paseo exacto
y detenerse allí
donde existía el
jardín y la vida y el coraje.
Solo sé
que en aquellos
paseos,
las horas huían
a las plazas
abiertas,
con cauces de piel
enamorada.