Poema de Rocío
Biedma
y nuestro
por la cantidad
de sangre española
vertida en él de
una forma generosa”.
(Constantino
Domínguez Sánchez)
No pudo tu inmensidad
olvidar el vértice estelar de trazo sólido,
de éste museo de fortificación agigantada;
joya entroncada en mitad del Mare Nostrum,
estratega de recintos inexpugnables.
No pudo el sol
que incendia las palmeras imperiales,
y arroja pavesas a las crestas del ingente Gururgú,
cegar la belleza de su utopía
y anegarte las cartas esféricas,
entre encinas, alerces y alcornocales.
Porque su luz te encadena la mirada,
y arribas una y otra vez,
a su regazo bañado de makrut,
en su geografía quebrada,
hoy abierta al cielo, antaño subterránea,
heroica, alegre y colorista,
cuna de culturas milenarias.
Y la invocas: ¡Rusaddir!,
¡oh!, la florecida ánfora fenicia,
hechizo de cicatrices,
rosa de los vientos, aljibe glorificada,
ensenada de galápagos,
refugio reescrito con sal y cañaverales.
Fachada que besas y conquistas cada tarde.
Atalaya Bereber de curvos torreones y pagos de viñas
degollados por los cauces del río Oro.
Esplendor y desidia,
madre amazight que amasa el pan cotidiano,
magnólia abierta, trozo de España.
Y te quedas, mar,
en los deslindes de su osario de agua,
cenáculo orbital, estandarte multiétnico,
abalorio que al salir,
te hace volver la mirada,
lugar de encuentro y desencuentro,
victoria fecunda,
clavícula del mundo hispano.
Porque has gemido con ella
en su arrecife de galeras,
con sus enaguas al viento,
por sus islas Chafarinas,
perfilando el itinerario de los astros,
trascendiendo siglos, rompiendo bardos.
Estás, Alborán,
porque amas su lindura,
y le rindes pleitesías,
verticales como faros.
Destello que ahuyenta la noche,
amante febril y ensangrentado;
penetras Melilla,
sorbes su credo,
cautiverio de voces,
que otrora,
tus olas se llevaron.
Poema galardonado
con el Primer Premio en el XX Certamen de Poesía Don Pedro de Estopiñán
organizado por la Casa de Melilla en
Valencia. Año 2015.