Poema de Eulogio Gavela
meciéndonos despacio,
lentamente,
con la sabiduría
consecuente
que le da la coqueta luz
de Luna;
reflejar las estrellas una
a una,
en un halo de amor, en esa
mente,
como si fuera un soplo
evanescente
cual caricias de arena en
una duna.
Dime aire, como quieres mi
destino;
si muy duro o tal vez desosegado
dejándome la parca tan
marcado
que apenas ya recuerdo
aquel camino.
Si lates, no renuncio a la
caricia,
ya sabes que no tengo tal
malicia.