Microrrelato de María del Mar Suárez
Sanabria
El niño de los ojos grises alza su
manita derecha cuando se acerca la carroza. Su majestad el rey Baltasar brilla
como el charol y tiene unos dientes tan blancos que parecen luz led. ¿Cómo va a
reparar en él?, si todos los pequeños quieren que los alce en sus brazos y los
acerque a la Estrella de Belén.
Pero Baltasar todo lo ve y todo lo
escucha, si no nunca podría ser un Mago. Sería su alteza o su majestad pero no
un Rey Mago. Detiene la carroza y se levanta de su trono para saludar a la
multitud que lo aclama. Miles de envolturas de fresa, limón, menta y chocolate
vuelan hasta que son atrapadas por centenares de manos abiertas. Así risas y
sueños llenan la noche que es mágica.
De pronto Baltasar desciende de su
carroza. Ojos enormes y bocas abiertas contienen la respiración. Baltasar se
acerca al niño de los ojos tristes y le acaricia la nariz. Se agacha y muy
bajito le pregunta:
- Y tú, ¿qué quieres que te traigan los
Reyes Magos?
El niño de los ojos grises está tan
sorprendido que no puede articular palabra.
Solo tiene una petición y ha prometido
que si se la conceden nunca más volverá a pedir nada a los Magos de Oriente.
Baltasar espera paciente mientras
sonríe al pequeño.
Entonces el niño le dice muy despacio:
-Baltasar, solo te pido que vuelvas a
traer a mamá a casa. Papá dice que a nosotros nos hace más falta que al cielo.