Poema de Rocío
Biedma
que desgranan dalias
negras
sobre los sueños que
jamás durmieron.”
(Alfredo Cernuda.
Ese Dolor)
Una ladera arcillosa en la mirada,
redobla el óxido turbio del silencio
la semilla engendradora, la lactancia seca
de un soliloquio universal.
El sol vertiginoso que nunca se consume,
se abisma y
talla los pechos desabridos,
arrodillados y mustios,
colgando de las bocas inflamadas e inertes,
cuyo aliento
de sal y azufre,
solfea sigiloso en voz baja
ahuyentando la pátina de los sueños.
Los párvulos se duermen al trasluz
de un réquiem de cuchillos
sediento de calostros, y maniatado,
al osario de los insomnios talados
que lloran la redondez rota
de una madre en el desierto.