Poema de Hipólito Romero Hidalgo
con tus dedos
y tus manos tendidas,
auspiciando
entre los pueblos sus vidas
deseando
poder y verlos ciertos.
De la niebla
mañanera cubiertos,
emergen tus
sapiencias transmitidas,
las herencias
de antaño concedidas
por Alfonso
décimo y sus aciertos.
Lamidas están
ya tus gruesas piedras
por esas
riadas, que han ido llegando,
y disimuladas
entre las hiedras.
Vigilando el
peligro entre las nanas,
la Virgen, al
niño le va arrullando,
y con Ella te
alegras, porque ganas.