La oscilación del cristal


Poema de José Luis Benítez

Nunca el dorado pie
pisó los abismos
abiertos bajos los cielos.
¿A qué cielos…?, ¿a qué pie?
Mostrando los senderos
que conducen a la montaña
donde ruedan las cabezas
jamás despertadas de los sueños:
el uno de la muerte,
y el otro el de la suerte.
Juntos tramando letras de colores,
campean voraces y destructores
de incautos que no sumaron:
primero el tiempo
y luego en el espacio.
Y tirando de la cuerda,
moviendo la madeja
-sin los hilos entretejiendo mallas-,
es posible que descubriendo
los rostros de la antigüedad
reflejados sobre las piedras;
aquellas figuras otrora luchadoras
por puro instinto de naturaleza muerta;
cuando, sin fallas ni resquebrajos,
el cuerpo se gloriaba con la tierra.
Sembrando las faldas de los cíclopes
con los ojos de los espejos rotos:
esos ojos prisioneros del arcoíris de la imagen.
Y las tristes intrépidas miradas
-¡qué miradas desviadas!-
anunciando la apertura de la puerta de la luz.