Poema de
José Alfonso Romero P. Seguín
pero como si lo
fuese,
yacen por el
suelo,
definitivamente
desterradas
del verdor de su
belleza,
miles de hojas.
Mariposas
marrones,
palidecidas de
levedad,
que vuelan en el
capricho del viento,
llenando de
soledad
la dulce
melancolía de los jardines,
los desnudos espíritus de los poetas.