Las almendras
Hoy visitaste mi memoria.
En las veladuras del
tiempo, apenas fugaz recuerdo tu rostro.
Atadas a mis alas, solo
volvían a mí, el alargado mirar de las
almendras.
Ellas, tatuaban mis suspiros
mitigando mis secretos,
y su estela de terciopelo,
me traspasaba en mudo arrebato.
Su aroma me penetraba en
infinita añoranza, en leve sueño, y en
agudo dolor.
Ya muy de tarde, en tarde, me visita la esencia
de las almendras,
fui feliz cuando las tuve
y, también lloré con ellas.