Poema de Marisa Duque
Desgrana mi carne, no dudes,
como huella de arena
que se esparce en el
desierto.
Antes, quema mi piel
como ascua de tea
que se calcina en el fuego.
Hazme telúrica, sin
preámbulos,
para después, voraz,
culminar en mi vértice.
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