Naciste con
una estrella
que llevaste
en tu frente.
Siempre, siempre,
mirabas al
pobre,
ayudabas a
la gente.
Nunca cerraste
los ojos
cuando te
extendían las manos
con esos
ojos del alma
en los que
sólo
veías hermanos.
Tu corazón
fue la tabla
donde Moisés
grabó a fuego
para mí los
Diez Mandamientos,
para tí
estas palabras
a fuego:
No endurezcas
tu corazón
ni cierres
nunca la mano
a tu hermano
pobre.
Siempre vivías
pendiente
de quien te
necesitaba
generoso corazón
que nunca, nunca
te interesó
el credo
que otros
rezaban.
Por eso en
aquellos atardeceres
cuando sentado
en la orilla
dejabas volar
tu mente
construyendo
sin cemento
El bienestar
de tu gente
Yo no poseo
fortunas
para ofrecerte
medallas,
ni monumentos,
ni plazas
pero sí
un corazón
muy grande donde te llevaré
como estandarte
por donde
quiera que vaya.
Poema
dedicado a Don Yamín Benarroch Benzaquén.