Fluir en la distancia
Fluir en la distancia
cercano a tu interior
donde la llama arde.
El crepitar silente
calma tu corazón
y asemeja un recuerdo
que quisiera posarse
en suave deslizar
por los años vividos.
Hubieras intentado
ser mejor, no perfecto,
en la ingrata tarea
de construir tu alma
sobre incendios y ruinas
escogiendo un camino
que pudo conducirte
a un juicio imaginario
de tu frágil conciencia;
cualquier otro camino
que imaginases libre
de todo sufrimiento.
Del libro “Alquimia”
Dama luminosa,
bosque encantado,
dioses eternamente
jóvenes, cabalgando,
cabalgando las riendas
de un blanquísimo unicornio
en la infancia medieval
de este ensueño táctil, ciego.
Tu pálida y hermosa desnudez
levanta remolinos otoñales
de hojas mágicas,
árboles vivísimos y ancianos,
musgosos brocados,
jóvenes eternamente
deificados, cabalgando,
cabalgando a la dama
prisionera del bosque
pero dueña del alma del mundo.
Engéndrase así el tiempo,
lento y voraz como el fuego
vibrante, como el viento
arrasador, como el agua
en su espejo, como la tierra
de la diosa germinal.
El sexo en el bosque
es sagrado, la dama luminosa
expande en silencio su trueno
destructor, tu cabeza estalla
en orgasmo de luz omnipotente
y en extraña cópula
feliz y hermafrodita.
Jerarquía de dioses cabalgando
las riendas luminosas y vibrantes
de la juventud.
Bendita inocencia.
Bendita ignorancia.
Bendita cópula sagrada
que nos une al pueblo inmortal.
Dama luminosa eternamente
extática
en el centro del bosque.
Su mirada retumba el pensamiento
y el desnudo adolescente se le ofrece
en total abandono.
Cabalgando,
cabalgando el milagro imposible del mundo.
Del libro “Navegante lúcido”
Ardido en otro mundo
“His eyes are the eyes that transmit all they know
The truth burns so bright it can melt winter snow
A towering shadow so black and so high
A white sun burning the earth and the sky.”
The Who.
Los ojos de ese niño expresan la verdad.
En el sueño te escruta un silencio crepitante:
el niño te conduce por parajes sonámbulos.
Los sueños infantiles son verdades sin templos.
Abre tu corazón a lo que el niño conoce:
la verdad quemará lo inservible de tu vida.
Este niño en el mundo impulsa la corriente
de tu cuerpo en el cauce, y el amor nos deslumbra.
Inservible tu vida manará la verdad.
El niño desde el sueño señala lo invisible.
La verdad resplandece como torre quemada.
Camina entre las llamas el niño hacia tu gozo.
Pero morir no puedes porque engendras al niño
y como padre debes redimir tu cordura.
Es un dios quien alcanza a comprender esa cárcel.
Los amantes son hombres, palabras esculpidas,
negación de la ley, sexo santificado.
Quién eres desconoces pero el niño lo observa.
Todo niño es un sol ardido en otro mundo.
Cuando tú fuiste niño los arcos se quebraban,
los arcos eran sendas transitadas por árboles.
Te arrojaste desnudo a este viaje inconcebible,
desnudo como un hombre buscando compañero,
y los besos del padre tu corazón desploman.
Todo padre es un niño que los dioses florecen.
Todo niño es un dios redimido del infierno.
Un dios es un enigma y tú su salvación.
Te abrasa la verdad de saber que lo incierto
es la norma del mundo, los dioses se deshacen
como arena en los dedos, como inmutable nube.
El mundo se disfraza de sucia realidad.
El niño sólo entiende lo que todos le ocultan.
La realidad es clara e invisible a tus ojos.
¿Quién es dios sino un niño, proyección de un reflejo,
la mentira absoluta, la verdad tan suprema?
Las cadenas reposan en la mente tu crimen.
Pues dios es el sangrante cordero de los papas,
la víctima coránica, el reo de la ley.
La diosa es el sagrado fluir de nuestro sexo.
Los nombres inocentes reposan en los niños,
aquellos que describen las cosas, no sus velos.
Se esconde en tu palabra lo que ellos atestiguan.
El más allá carece de infierno o paraíso;
sólo hay manos desnudas, horizontes sin tregua.
Pero el niño libera lo que crees que no fuiste.
Y quien eres ardiendo retumba así en la noche.
Del libro “Personajes”
enredados en la world wide web
en el inmenso basural del pensamiento
somos sujetos de consumo
objetos de la tiranía
esclavos del dow jones y del nasdaq
Del libro “Arte de la danza”:
Falsos altares
Oh Descartes nos contempla viendo amanecer
completamente amnésicos.
Yo soy la persona que buscas.
Yo soy la música que tienes que bailar.
Se reconocen así los filósofos adolescentes
en los altares de las discotecas
entre laberintos de cocaína,
y yo contigo tengo que vivir,
quiero ser feliz.
Cuál es la belleza desnuda de la danza, lo ignoran.
Sin embargo, giran sus noches alrededor de la pista
y eligen sus amantes sin demasiado esfuerzo.
Ven a vivir, ven,
las flechas del amor,
tengo que vivir,
quiero ser feliz,
despierta en mis brazos sin saber quién soy
viendo amanecer completamente amnésicos.
Del libro “Las razones del lobo y Sofismas”
Dime cómo hacen el amor las ruinas
para no ir;
seré como tú ordenes, seré como me mandes
y la cola de conejo nuestro mártir.
Cuánto goce retienen los hombres en mis brazos
cuando se buscan, charco en que tropiezan
porque ansían que los mate de igualdad imposible
a riña o condición;
los hombres creen poseerme
cuando sobre mí se alcanzan
e ignoran qué gruta los domina
con sólo mirarlos de lado.
Qué ridículos están en calzoncillos
cuando a la luz de la vela sus carneros orales maman;
ellos me fuerzan, ellos me obligan a postrarme,
ellos me cabalgan de rodillas
sin saber que los detengo,
contra mi parachoques inmanente, su trascendencia muda,
roto su anhelo, rota la pala y la caricia,
trozos de estériles millones.
Sabias las mujeres que dominan a los hombres:
ellas nunca procrean más de sí,
no fusionan los tabiques, no se olvidan,
hacen su inversión lo más directa de miel
con el secreto y la bota que los pierde;
cuando los hombres me maltratan, se laceran ellos mismos,
cuando buscan mi agonía, prolongan más la suya,
cuando roen de mi amor, los lleno de cadenas.
Será como ellos dicen, será como sociales letanías
mi falda plisada en raso negro
y su volcán de duda, apariencia de cariz;
será como ellos cuentan, será como el pronombre de la Historia
su tango prudencial de mitra rasa
y sus dominancias invertidamente ilusas,
rectos por temblor de curva,
masculinos por su cadáver hembra,
castrados con su falo redentor, por el vacío que los muerde.
José María Herranz Contreras es miembro de la Unión Nacional de Escritores de España.