Solo de trompeta

Microrrelato de Juan Bautista Raña Domínguez

Andrés, contrariado, miraba la tormenta desde la ventana. Las nubes grises que hacía un rato paseaban veloces por el cielo estaban descargando a un ritmo intenso y constante. Como un mal presagio la lluvia resbalaba furiosa por los cristales emborronando la visión. El viento acallaba cualquier otro ruido menos el de las ramas de los árboles al batirse unas contra otras. Así, el hombre, algo torpe a sus sesenta y ocho años, no podría seguir su ritual de todos los domingos: ir a misa de doce, tomar el vermú con los amigos, almorzar, echarse una pequeña siesta y, a las siete de la tarde, participar en el concierto de la banda municipal del pueblo, de la que formaba parte desde niño, siendo el trompeta solista durante las tres últimas décadas. El de aquel día sería muy especial pues Andrés había decidido retirarse, ya que sus pulmones no le permitían seguir el ritmo que se imponía; era muy exigente consigo mismo.

El hombre, consciente de que a pesar del diluvio no podría faltar a la cita con su público de aquella tarde, decidió ensayar una vez más el solo de "Pepe el Trompeta", pasodoble que cerraría el concierto. Sentado en su silla de siempre, sin necesidad de partitura, comenzó a interpretar, magistralmente, la pieza. Cuando sonaban las notas finales, sintió un fuerte dolor en el pecho y se le emborronó la vida. El silencio se apoderó de la trompeta para siempre.