Poema de José Antonio
Fernández
¿Recuerdas aquel atardecer junto a la orilla?
Sí, mujer, durante un buen rato fui tirando
del ovillo de la noche,
y un enredo de lana plateada
se fue cosiendo a mis cabellos. Serpentinas
negras hilvanaron mis ojos
y de plata pura mis pestañas. Sólo
el mar pudo lavar, y de sal, tanto silencio
como alborotaba nuestras sábanas. Te dije
entonces: -Sueña,
ay mía, que la marea está alta
y no me mientas, agotado
como estoy de naufragar cada noche
y sin tu voz
acariciándome al alba. Ven,
acércate y deshilvanemos
nuestra almohada tirando de sus hilos
hasta desnudar a esa luna
que con tanto celo ilumina
y sin piedad nuestras ventanas.
Sí, mujer, durante un buen rato fui tirando
del ovillo de la noche,
y un enredo de lana plateada
se fue cosiendo a mis cabellos. Serpentinas
negras hilvanaron mis ojos
y de plata pura mis pestañas. Sólo
el mar pudo lavar, y de sal, tanto silencio
como alborotaba nuestras sábanas. Te dije
entonces: -Sueña,
ay mía, que la marea está alta
y no me mientas, agotado
como estoy de naufragar cada noche
y sin tu voz
acariciándome al alba. Ven,
acércate y deshilvanemos
nuestra almohada tirando de sus hilos
hasta desnudar a esa luna
que con tanto celo ilumina
y sin piedad nuestras ventanas.
Leer otros poemas de José Antonio Fernández pinchando aquí.