Escuálido cocinero

Relato corto de Ricardo Asín Peral

Un plato, un tenedor y un cuchillo sobre la mesa. El fogón al seis, y la olla encima. Poco a poco bullía, y a más intenso se hacía el sonido también lo era el olor. La cocina se tornó hogareña, en pocos minutos olía a familia. El teléfono sonó y el escuálido cocinero giró los mandos para reducir la intensidad del fuego. La llamada apenas duró cinco minutos y tras colgar este preparó un plato más con sus respectivos cubiertos sobre la mesa. Enfrente del suyo. Del cajón bajo la tele, sacó un par de velas ya usadas pero no acabadas, y adornó someramente la mesa.

Volvió a los fogones y de nuevo aumentó el fuego, pero no al máximo. Necesitaba ganar tiempo. Con la olla en piloto automático sacó una copa del altillo de la cocina y abrió una botella de vino. La dejó aireando sobre la mesa ornamentada y cuando pasaron trece minutos y el fuego ya había hecho su trabajo vertió un chorro sobre su vaso, y otro en la olla. Este último de vino blanco.


El comedor cocina parecía haber recuperado la magia de cuando allí habitaba una familia, parecía que por la ventana abierta había salido la soledad para dejar entrar el aire fresco. Hogareño. Desconectó la radio, a todas horas encendida. Jamás había disfrutado tanto del silencio. Dio un sorbito a la copa y levantó la tapa del guiso. Inspiró fuerte. Llenó sus pulmones.


La olla le pedía ser servida, apagó el fuego y la trasladó sobre el salvamanteles de la mesa. Llenaba el cucharón y lo vertía sobre los platos como quien vierte esperanza. La mesa ya estaba servida, las velas encendidas y el silencio ominoso fue sustituido por el incómodo tic tac del reloj de pared. Lo miraba como si lo quisiera hacer explotar.


El teléfono sonó de nuevo. El escuálido cocinero se levantó de la mesa corriendo. El reloj había avanzado un solo minuto cuando este volvió a la mesa. De un suspiro apagó las velas y vertió, esta vez entera, en su copa la botella. La vacío de trago. Se levantó de nuevo, metió el segundo plato en el microondas, y guardó de nuevo los cubiertos. Conectó de nuevo la radio y se sentó en la mesa con un plato, un tenedor y un cuchillo.


El autor es miembro de la Unión Nacional de Escritores de España.