Francisco José Motos, poemas

Latido misterioso

Sobre este flambear verde aceituna,

las hojas acidas crecen hacia arriba,

la vida se derrama por doquier,

aquí el puente sí que aúna,

aquí la vida si se extiende,

aquí la paz entra en calma,

aquí la vida nos encuentra,

nos retorna a nosotros mismos,

y nos nace mirar hacia lo importante.

Aquí quiero que estés conmigo,

mientras la mañana nos envuelve,

y nos integra en su latido misterioso.   


A Granada

Vergeles blancos en estado de perfección,

dominación de los hermosos muros,

Ciudad de los ríos que cantan bonito.

Rasgos oblicuos marcan tu cuerpo misterioso,

y entre ráfagas de constantes descubrimientos,

se engarzan las insinuaciones y promesas de paisajes eternos.

Y tu cuerpo se crea y se destruye con cada amanecer,

a cuestas con todos los retazos de la mañana,

asoman sus visillos a un mundo de calles estrechas.

Ciudad a lomos de dos culturas nacidas pare ser una.

Un aroma que me devuelve a las sensaciones perdidas. 


La esperanza es nuestro destino

La mañana se hizo humo de eternidad

Los instantes fecundos acogieron el desvarío

La figura difusa del hidalgo recortó el horizonte

Y los caballeros temblaron con frenesí

 

Gritó a los molinos como un poseso

Leyó en sus piedras un salmo antiguo

Los locos se volvieron cuerdos al escucharlo

Y danzaron con los gigantes que fueron hombres

 

Los rayos de la espada roma brillaron con fulgor

Sancho bailó con furia como si no hubiera un mañana

Dulcinea apareció en lontananza para alegrar la fiesta

Y las ínsulas fueron todas de ellos y al mismo tiempo

 

Los caballeros se agitaron en sus reposos etéreos

La generosidad vestida de hidalguía se hizo fuerte

Los débiles fueron cobijados bajo su amparo

Y el campo se vistió de esperanza y primavera.


Francisco José Motos es miembro de la Unión Nacional de Escritores de España.