Artículo de Julia Dopico Vale
Dos orquestas alumbran la vida musical gallega desde la década de “los 90 “del S.XX: La Real Filharmonía de Galicia (RFG), estrenada en febrero de 1996, orquesta filharmónica con sede en el Auditorio de Galicia de Santiago de Compostela, y la Orquesta Sinfónica de Galicia (OSG) estrenada en 1992 y con sede en el Palacio de la Ópera de A Coruña. Ambas surgen en un momento de eclosión musical en un país sin gran tradición, a diferencia de los demás países de Europa y que vive en estos tiempos aperturistas una auténtica revolución musical, creándose auditorios y orquestas en todo el territorio nacional. Algo para nosotros, sin precedentes.
Las dos orquestas gallegas surgen fruto de iniciativas municipales lideradas por los entonces alcaldes D. Xerardo Estévez Fernández, arquitecto, conferenciante y escritor, regidor en Compostela en los períodos comprendidos entre 1983 y 1986 y posteriormente entre 1987 y 1998 y D. Francisco José Vázquez Vázquez, doctor en Derecho e inspector en trabajo, embajador de España ante la Santa Sede y alcalde de la ciudad herculina desde 1983 hasta 2006. Personas de brillante trayectoria profesional y política, marcada además por una notoria sensibilidad musical que incluye la formación pianística de D. Xerardo Estévez y la pasión melómana de D. Francisco Vázquez, lo que propicia un especial interés en servir a la vida cultural y especialmente musical de las ciudades, desarrollando los exigentes proyectos orquestales que hoy son nuestro orgullo y que han contribuido a dignificar la visión general sobre el oficio de músico, a potenciar nuestra cultura musical en todos los ámbitos gracias a una intensa labor pedagógica que se desarrolló paralelamente y a la formación de canteras de músicos e intérpretes gallegos que destacan en múltiples acepciones y constituyen también parte de las plantillas orquestales de Europa.
Vaya de antemano mi admiración y agradecimiento a D. Xerardo Estévez y a D. Francisco Vázquez por acceder a nuestras entrevistas musicales para elaborar las notas que aquí se exponen, ofreciendo el lado más personal y directo de sus apreciaciones y vaya también el reconocimiento a los muchos nombres que se asocian a la génesis y evolución de las orquestas, una gran lista de personas que han hecho posible esta realidad musical con sus estimables colaboraciones y aportaciones.
¿Existe alguna diferencia entre orquesta sinfónica y orquesta filarmónica? Esta es una pregunta que se hace con frecuencia y que la Konserthueset Estocolmo, el hogar de la Orquesta Filarmónica Real de Estocolmo, una de las instituciones musicales más prestigiosas del mundo, responde afirmando que se trata de dos términos diferentes para designar básicamente lo mismo: En ambos casos se hace referencia a un conjunto de instrumentistas que interpretan obras musicales, sinfónicas o de cámara, siguiendo las indicaciones de un director, si bien, en la etimología de las palabras pueden encontrarse matices diferenciales: Una orquesta sinfónica es una orquesta que “toca sinfonías”, siendo la sinfonía la “concordancia del sonido”; la palabra “filharmónica”, compuesta por los términos también griegos “philos” y “harmónicus”, significa “ amor por la harmonía” e incluye la presencia de los “amantes de la música” como parte de su riqueza cultural, al estilo de los melómanos que surgen en la Europa del S. XVII. También pueden establecerse sutiles diferencias entre “sinfónica” y “filharmónica” como las que se derivan de la técnica de interpretación o más generales, como las que hacen referencia al número de integrantes de la plantilla orquestal, más abundante en la sinfónica; una diferencia que convierte a nuestras orquestas gallegas en idóneas para abordar repertorios que les son propios: la una, con las obras del gran sinfonismo como el de Bruckner o Mahler y la otra, con obras más camerísticas propias del Barroco o el Clasicismo.
En nuestro contexto galaico, la distinta idiosincrasia de las dos ciudades gallegas, con personalidades e identidades propias, también establecen particulares matices , como nos recuerda D. Francisco Vázquez haciendo referencia a la tradición musical coruñesa del S. XIX cuando desde el puerto partían las grandes compañías de ópera y zarzuela hacia América ofreciendo en la ciudad antes de embarcar una o dos representaciones, lo que revertía un rendimiento económico que les ayudaba a sufragar los gastos del viaje; también nos recuerda la existencia de una gran afición que originó la existencia de entidades musicales que hoy son decanas en el país o el hecho desconocido por muchos de que en la ciudad herculina se interpretaron las sinfonías de Beethoven estando él con vida, circunstancias que acreditan el gran interés musical que distinguía la ciudad. La Compostela milenaria bebe de las fuentes que la vinculan con el Camino de Santiago, transmisor de la cultura musical de mano de errantes juglares, trovadores, goliardos y ministriles, con sus cantares de gesta y sus baladas y en el ámbito eclesiástico con el religioso “cantus firmus” propio del gregoriano que se desarrolla en la legendaria Compostela, un centro de cristiandad tan trascendente como el de Roma o Jerusalén.
Circunstancias que marcan el “carácter” de las dos urbes: la religiosa Compostela y la oceánica Marineda, acostumbrada al comercio, a la exploración de nuevas rutas… Y ambas, por razones obvias, abiertas al intercambio de ideas. Y también dos ciudades circunscritas a un país en el que históricamente confluye el fascinante crisol de culturas que dejan su huella en los diferenciados elementos de su música popular, convirtiéndolo en único a los ojos de Europa y que vive etapas gloriosas de su historia musical de la gran tradición, como la de la lírica galaico portuguesa medieval o el Renacimiento, con su idiomático lenguaje instrumental.
Momentos de arsis y tesis que se identifican con el pulso político en general y con el de las dos metrópolis gallegas y que D. Xerardo Estévez explica de la siguiente manera:
España era un país mudo orquestalmente.
A Galicia llegó o “Rexurdimento musical”. Aparecieron conservatorios, grandes
conciertos, auditorios, teatros…un momento musicalmente maravilloso para todos,
aunque la música ya era parte esencial de la política cultural, patente en los
programas Compostela 93-99 y en la capitalidad europea de la cultura en el año
2000, cooperando con varias ciudades de Europa.
¿Cómo se canalizan estas ideas, la tradición y la nueva visión cultural y musical?
En cultura no se puede
intentar con los recursos de una ciudad de aproximadamente doscientos cincuenta
mil habitantes “tocar todas las teclas”- nunca mejor dicho- nos dice
el popularmente conocido Paco Vázquez. Hay que seleccionar. Yo opté
por la música- con la orquesta- y también por los museos científicos: La Casa
de las Ciencias, el Planetario, la Domus, el Museo del Hombre… Se
trataba de convertir a la Coruña a través de la orquesta en “una ciudad
musical”, que la singularizara.
En Santiago se sigue la misma
apuesta musical y también la arquitectónica, contando con la relación
internacional que proporcionaba la ciudad: Santiago está presente en
cualquier lugar de Europa, lo que facilita las relaciones internacionales.
Apunta Xerardo Estévez. En cuanto a la música, las relaciones con la
ciudad alemana de Stuttgart y con Helmuth Rilling, que serán trascendentales,
venían de atrás, de una relación patrocinada por Maximino Zumalave y el cónsul
Pablo Bravo…
Mas la génesis de una orquesta, sobre todo planteada desde una iniciativa puramente municipal, como es el caso de la RFG y de la OSG conlleva pasos importantes y difíciles, que van más allá de lo estrictamente artístico o musical- que ya es un reto considerable de por sí- y que incluyen la financiación, la selección de músicos, la propia ubicación o sede orquestal… Retos superados con pasión y esfuerzo, con la exigencia y entusiasmo que se respiraba en estos momentos.
El continente, la ubicación es uno de los primeros obstáculos. Se trataba de una obra costosa, que requería un solar grande, en un lugar céntrico… señala D. Francisco. Obtuvimos mediante una permuta urbanística los terrenos de las canteras de Santa Margarita. Después se hizo un concurso de ideas. Tuvimos la ayuda del entonces presidente de la Xunta. Era un auditorio-palacio de congresos, aunque después conseguí que se construyera un palacio de congresos en el puerto, ya que la convivencia era complicada…
En Santiago el Auditorio se ubicó
en el Burgo de las Naciones, un barrio con problemas serios nos dice D. Xerardo
Estévez. Colocar allí un centro de semejante potencia cultural, ayuda. Se
trataba de una pieza pública. El Rector, Carlos Pajares y yo mismo viajamos a
Madrid para conseguir el traspaso para la administración local y universitaria,
creándose el Campus Norte y el Auditorio. El parque lo dedicamos a Música en
Compostela. Todo muy musical. El Auditorio se creó pensando en la música desde
el primer momento.
Otro aspecto decisivo fue el de la selección de intérpretes. Resultaba imprescindible que los músicos que viniesen fuesen de alta calidad, algo que subrayan los dos ediles. La calidad interpretativa garantizaría la excelencia de las orquestas. El criterio de selección fue el de rigurosa profesionalidad, obteniéndose las plazas mediante concursos públicos y a los que accedieron profesionales de todo el mundo, sobre todo de los Países del Este, Alemania y en percusión, apunta D. Francisco, norteamericanos.
Cabe aquí señalar que junto a la creación orquestal se desarrollaron paralelamente propuestas didácticas en las que participarán también los músicos de la nueva plantilla: Los músicos vinieron a tocar, pero también a enseñar. En Santiago se crea la Escuela de Altos Estudios Musicales, que junto a la formación de los jóvenes intérpretes desarrollará en sus primeros años una gran cantidad de actividades: cursos para directores de coro, banda, proyectos de investigación, práctica orquestal…mientras que en A Coruña se establecían el Conservatorio Superior de Música o la Escuela Municipal.
Hicimos de la Coruña “una
ciudad musical”. Me faltó únicamente desarrollar el proyecto de los Niños
Cantores, afirma Vázquez, algo que estaba barajando cuando me marché a
la embajada.
Se hizo un gran esfuerzo por
expandir e impulsar la música en Galicia, dice Estévez, para
incorporarla en el proyecto cultural de la ciudad. Hay nombres que se
asocian directamente con la historia de nuestra orquesta: Xosé Manuel
Villanueva, teniente alcalde; José
Denis, director del Auditorio de Galicia,
José Luis González Sobral, por parte de la Xunta… Todos
contribuyen al compromiso con la cultura musical de Galicia que también se hace
manifiesto con los encargos y estrenos a compositores gallegos que son cada vez
más y con obras de gran calidad.
Adentrándonos ya en un terreno más artístico surge la necesidad de nombrar a los directores, a las personas encargadas de conducir la música que será interpretada:
Tras un primer tanteo, que duró unos meses, trajimos a Enrique Rojas como gerente y a Víctor Pablo como director. Se formó un tándem entre alcalde, gerente, director y concejal, D. José Luis Méndez Romeu, que hizo suya la idea orquestal llevando a cabo todo el proceso. Él fue una pieza clave y una gran ayuda.
D. Víctor Pablo Pérez Pérez estuvo al frente de la OSG desde 1993 hasta 2013, veinte años, nada menos, siendo sucedido después por el moscovita Dima Slobodeniouck y éste por Roberto Gozález-Monjas, con un recientísimo nombramiento que le mantendrá en este puesto durante las próximas tres temporadas.
El primer director de la Real Filharmonía será Helmuth Rilling, una autoridad mundial cuya vinculación con la RFG en los primeros años fue trascendental. Viene de mano del también director Maximino Zumalave Caneda, alma mater de la orquesta y no sólo en lo musical. Él fue “el segundo” de Rilling y actualmente es su director asociado. Tras Rilling, Ros-Marbá, que permanece en el puesto de director durante doce años influyendo en el estilo y en la homogeneidad orquestal y después Paul Daniel, al frente de la formación desde 2013, destacándose por la búsqueda de nuevos repertorios, de obras que no suelen ser interpretadas.
En mayo de 1992 “la Sinfónica” daba su primer concierto:
La Sinfónica irrumpe con fuerza en el panorama musical. Al poco tiempo la crítica la reconoce, junto a la Orquesta Sinfónica de Tenerife, como una de las orquestas de mayor calidad de España. Recuerda D. Francisco.
Cuatro años después se presenta la Real Filharmonía. Un tiempo requerido para la búsqueda de fórmulas administrativas, si bien las líneas ya estaban trazadas. Indica Xerardo Estévez.
Pronto la Filharmonía se convertirá en la primera orquesta española que actúa en el Grobes Festpielhaus de Salzburgo, durante la célebre Semana Mozart y también en el marco de la Expo 98 de Lisboa y en la primera edición del Compostela Millenium Festival en la Catedral de Santiago de Compostela. La Sinfónica, por su parte es orquesta residente del Festival Mozart de La Coruña, que se crea nuevamente de mano del edil coruñés:
Conseguimos traer el Festival Mozart para la Coruña. Esto excedía las capacidades y posibilidades del Ayuntamiento. Conté con el mecenazgo de D. José Luis Méndez López, director de la Caja de Ahorros y un gran melómano que lo financió. A Coruña ya no era sólo la Orquesta Sinfónica, también era su Festival Mozart, que aparecía en las agencias de viaje especializadas junto a festivales ya asentados, como el de Lucerna. Fue un proyecto muy ambicioso. Después conseguimos el apoyo de la Diputación Provincial. La Xunta de Galicia tardó mucho en ayudarnos, pero contamos con la contribución de grandes empresas que voluntariamente patrocinaban conciertos: Repsol, la Refinería, Aguas de la Coruña, Gadis, Fenosa, el Nuevo Casino…Un esfuerzo de negociación tremendo y con las dificultades añadidas de sectores que nunca se planteaban apoyar.
En Santiago se barajaban otras líneas:
En Compostela los Reyes de España
constituían el Real Patronato de Santiago, con la presencia del presidente del
gobierno, ocho ministros, el presidente de la Xunta, seis conselleiros y el alcalde.
Un organismo que permitió desarrollar a través de la forma denominada Consorcio
todo el proyecto de transformación cultural y arquitectónico de Santiago. Apunta
Estévez
Mas aún era necesario otro reto.
El de integrar a la sociedad en el amplio proyecto cultural y musical.
En un sector, incluso político, se piensa que la música culta es un espectáculo para las élites. Hay un componente social, en todo lo hay. Lo que hay que hacer es permitir la educación musical y el acceso a la música. La implicación en el proyecto de convertir La Coruña en una “ciudad musical” puede verse a través de los pasos que fue dando el consocio de la música: la creación de un coro, la orquesta y el coro joven, los conciertos didácticos o los “conciertos promenade”, como el de María Pita en la celebración de las fiestas de verano, que me gusta especialmente porque la gente acude masivamente identificándose con una música quizás “más fácil” que les encanta. Señala Vázquez.
Una postura que también se adoptó desde Compostela:
Se hizo un gran esfuerzo por expandir la música en Galicia, por incorporar el proyecto cultural en la vida de las personas, incluyéndose para ello la realización de conciertos al aire libre y conciertos en los barrios. Las tarifas son asequibles, pero todavía hay que hablar de esfuerzo y también de entusiasmo; elementos imprescindibles que deben de compartir los directores musicales y artísticos, los músicos, los alcaldes, los concejales, el gobierno de la oposición, los empresarios...Es necesaria la pasión y el nivel de exigencia. Dedicar tiempo, ser responsables, ofrecer programas atractivos, no excesivamente etéreos…Nos dice Estévez.
Tener una orquesta en la ciudad es ser una ciudad europea. En la Coruña tres o cuatro mil personas viven en torno a la música y al cabo del año hay cuarenta o cincuenta conciertos, óperas…Eso le da un sello a la ciudad.
Tenemos en nuestra comunidad
dos orquestas, lo que es una ventaja grande para Galicia.
Afirmaciones – y también actitudes- que son demostraciones de la “militancia orquestal” que siguen manteniendo los artífices de las orquestas que cambiaron la vida musical de Galicia.
Cuando me marché, después de
veintitrés años como alcalde de la Coruña, en las recepciones y despedidas que
hice, en la única que me emocioné y lloré fue en la despedida de la orquesta.
Es la obra de la que me siento más orgulloso, a la que más cariño le tengo,
donde más disfruto y donde más me reconforta el servicio público que pude haber
hecho a la comunidad. Eso percibo cuando voy a un concierto y veo la sala
llena, la orquesta maravillosa; muchos músicos son amigos míos…Fue la obra a la
que más apoyé contando con magníficos colaboradores: Méndez Romeu, Enrique
Rojas, Víctor Pablo, Méndez López…Yo hablo con la pasión de hacer realidad un
sueño.
La Real Filharmonía está al
servicio de Galicia. Tenemos dos orquestas grandes con personalidades propias y
definidas, que están predestinadas a colaborar, apunta Xerardo Estévez
coincidiendo con el criterio del edil coruñés: Son dos concepciones de
orquestas diferentes, una más grande, otra más pequeña- que no menor- y que se
pueden desarrollar inteligentemente.
Después de todos los logros obtenidos, de las magníficas programaciones anuales, de los conciertos en el extranjero, de las múltiples grabaciones, algunas incluso recuperaciones históricas, de la excelencia conseguida… quizás sea esta la asignatura pendiente para los próximos años: la conexión entre las dos grandes orquestas de Galicia.
Julia Dopico Vale es delegada permanente de la UNEE para las relaciones con la Música.